La transición a energías limpias consiste en cambiar la forma de producir y consumir energía para dejar atrás los combustibles fósiles. El objetivo es adoptar fuentes de energía renovables y reducir las emisiones de gases de efecto invernadero.
Las energías renovables, como la solar y la eólica, necesitan ser transformadas en electricidad para poder ser aprovechadas, y para ello hacen falta equipos de generación eléctrica, líneas de transmisión, motores y baterías de todo tipo y uno de los principales componentes de esos equipos es el cobre.

Algunas características de este mineral son la maleabilidad, la resistencia a la corrosión y la durabilidad, lo que hace del cobre un elemento ideal para la fabricación de cables eléctricos, componentes electrónicos y sistemas de transporte. Además, es uno de los pocos materiales que puede reciclarse indefinidamente sin perder sus propiedades, lo que lo convierte en un recurso renovable y sustentable.
Por eso, es el mineral “estrella” de la transición energética: para reducir el impacto ambiental de la producción y uso de energía, se necesita más cobre. Y su enorme potencial de desarrollo está, concretamente, en provincias andinas como Mendoza.